Guadalupe: Artesanos de madera fina

Barquisimeto, 10 Feb. Periodismo de fe (Joaquín Pereira).- Rodeada de cientos de figuras hechas de ébano, roble, vera, mora, curari, zapatero, miguelito, cartan y sierra iguana, pasa sus días María Lobatón Bonilla.

Su abuela, Narcisa Bonilla, fue una de las precursoras del arte del tallado que ha hecho celebre en el mundo un caserío, cercano a Barquisimeto, capital del estado Lara, que tiene nombre de virgen mexicana: Guadalupe, el lugar de los artesanos de madera fina.

Antes en estas tierras, azotadas por el sol, había mucha madera seca, que era usada por sus pobladores para hacer tallas de santos. Hoy en día las pocas plantas que siembran se las comen los chivos, por lo que deben comprar la materia prima de su arte a vendedores que las traen de otras regiones del país.

Cuando se le pregunta qué siente por la madera, María se estremece de la emoción: '¡Uy, mijo! Yo siento mucho amor. Pues, mire usted, la madera nos da todo: con una pieza que se vende se le da de comer a mucha gente'.

Y es que si no se acuerda cuantos miembros conforman su familia, cómo podría recordar cuantas personas le dejan piezas en su casa, la de mayor variedad de tallas de toda Guadalupe.

Bandejas, frutas, juegos de mesa, y estatuas de Don Quijote, Sancho Panza, Simón Bolívar, el Presidente Hugo Chávez, entre muchos personajes, compiten por un espacio en la casa-taller-tienda de María. 'Si una pieza se vende no se le entrega el dinero al que la hizo si no a quien más la necesita de entre todos los artesanos que dejan sus trabajos. Así se trabaja aquí desde siempre, mucho antes de que se escuchara hablar de cooperativas', comentó la señora Lobatón Bonilla.

Nadie sabe porqué Guadalupe se convirtió en el reino de los artesanos de la madera de Venezuela, quizás fue la fortaleza de los alemanes y la pasión de los españoles la que se fundió con los pobladores de la zona en la colonia la que produjo el interés por sacar arte de duros troncos. 'Las mayoría de la gente de aquí es blanca de ojos claros. Los Lobatón y los Bonilla somos gente muy trabajadora. Mi madre era la única que tenía bodega en el caserío por lo que los vecinos les traían sus piezas para exhibirlas acá, luego mi padre las sacaba en burro para cambiarlas por queso y otros vivieres', recordó María de la Guadalupe de su niñez.

Hoy en día los guadalupanos de Lara esperan que por la carretera asfaltada que llegó a la vera de sus casas en agosto del 2006 aumente el número de visitantes para llevarse desde pequeñas tallas de 2 mil bolívares, hasta detalladas esculturas de tamaño humano a 2 millones de bolívares.


Asimismo desean que llegan los médicos que aún no posee su ambulatorio, los inversionistas que instalen un abasto en la zona, los educadores que eviten que sus hijos se vayan a estudiar lejos de casa, y sobre todo el servicio de CANTV que les permitiría vender sus apreciadas tallas a los turistas que acostumbran a viajar con dinero plástico y realizar transacciones electrónicas.

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Comentarios

Unknown ha dicho que…
Saludo estoy interesado en adquirir su trabajo en madera

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