Luis Barrera Linares: «La academia tiene que salir a la calle»

Caracas, 9 Mayo 2005. (Joaquín Pereira).- El Sillón Letra D de la Academia Venezolana de la Lengua, que había quedado vacío tras la muerte del Dr. Pedro Juan Krisólogo Bastard, ya tiene un nuevo ocupante: el escritor y docente Luís Guillermo Barrera Linares.

Oriundo de Maracaibo, Barrera Linares, con 54 años de edad, es uno de los venezolanos más jóvenes al que se le ha otorgado este honor. El nombramiento responde a la fructífera carrera que ha desarrollado tanto en la docencia y en la investigación lingüística, como en el ámbito de la creación literaria.


Doctor en Letras, Barrera Linares actualmente es Profesor Titular de la Universidad Simón Bolívar. Desde el frío y hermoso Valle de Sartenejas, donde desarrolla parte de su labor docente en la USB, prepara su discurso de ingreso a la máxima institución académica de la lengua en Venezuela, mientras que alumnos y compañeros no dejan de felicitarlo.


-¿Podría adelantarnos algunas de las ideas del discurso que pronunciará?


- Por supuesto que hablaré sobre la figura de Pedro Krisólogo; del honor que ha sido para mí el ocupar el que fue su puesto. Desarrollaré algunas ideas sobre lo que he venido investigando, por ejemplo el efecto de los medios de comunicación en el lenguaje, y la forma en que se comunican los jóvenes de hoy con las nuevas tecnologías.


Otro de los puntos que quiero tratar es la necesidad de que hablemos de «español de Venezuela», es decir, un español con «apellido». Cada país añade características especiales a su lenguaje.


-En estos tiempos algunas palabras han ganado nuevos significados, como es el caso del término «Soberano» ¿Cree que vivimos también una «Revolución del Lenguaje»?


- Definitivamente sí. El lenguaje es un poderoso medio de establecer ideas en las mentes de las personas. Y son estas ideas las que determinarán su conducta. Creo que todos los que de alguna u otra forma servimos como ejemplo en el uso del lenguaje - profesores, comunicadores y funcionarios públicos- debemos tomar conciencia de nuestro rol como modeladores de la conducta de la colectividad.


-¿Es acaso usted el escritor más joven que ocupa un puesto en la Academia Venezolana de la Lengua?


- Hace un mes ingresó a la Academia el colega Francisco Javier Pérez, de 45 años. En la actualidad los profesionales de las letras tenemos mayor oportunidad de hacer más trabajos en menos tiempo; quizás por esto la edad de ingreso a la Academia de la Lengua se ha reducido.

Además creo que el propósito de la nueva directiva es darle cabida a una nueva generación que pueda aportar nuevas propuestas.


Algo que me llama la atención es el hecho de que parte de los que me postularon han sido mis profesores, tanto en bachillerato como en la universidad. Esto ha constituido para mí un honor que no puedo rechazar.


Muchos recuerdan a Barrera Linares por su columna «La duda melódica», publicada en el diario El Nacional, desde 1992 hasta el 2001. Tanto èste como los títulos de sus libros denotan la afición del novel académico por los juegos de palabras.


-Me gusta mucho -admite- hacer juegos de palabras. En este caso quise hacer referencia a la conocida «duda metódica».


Sobre esta columna lo que más me satisfizo fue la receptividad de los lectores. Para hacerlos reflexionar sobre los temas que escribía utilizaba cierto grado de humor, ironía y parodia. Yo creo que a la gente le gusta eso: El lenguaje no tiene porqué ser tan formal.


Eso sí, para poder jugar con el lenguaje, primero hay que conocerlo bien. Además siempre hay que tener en mente que escribimos para algún otro al cual debemos seducir con nuestras palabras.


Además de publicar libros sobre crítica literaria y lingüística, como es el caso de «Psicolingüística y desarrollo del español»; también ha trabajado la narrativa en libros de cuentos como «En el bar la vida es más sabrosa», «Beberes de un ciudadano», «Parto de caballeros», «Sobre héroes y tombos», entre otros. Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el Premio Municipal de Literatura 1994, por su obra «El traje narrativo de Oswaldo Trejo».


-Algunos pueden ver la Academia de la Lengua como una especie de «Policía de las letras» ¿Qué opina usted de esa imagen negativa?


- La idea de que fuera un fiscal, si en algún momento lo fue, ya se perdió. Ahora más bien se ve como una institución que estudia el ritmo de funcionamiento del lenguaje que produce la gente. Ya no tiene sentido aquel viejo lema con que se fundó la Real Academia Española de la Lengua de «limpiar, fijar y dar esplendor» a la lengua.


Hubo momentos en que el lenguaje llegó a estar por un lado y los académicos por otro. La función hoy día no es el de fijar el rumbo, ni los cambios que el lenguaje debe tener. La Academia tiene que salir a la calle; usar más el lenguaje de cara al país.


-¿Qué opina sobre la producción narrativa venezolana? ¿Es acaso de menor valor que la poética como algunos han señalado?


-La narrativa venezolana parece sufrir una especie de maldición genética. Desde finales del siglo XIX se viene diciendo que en Venezuela hay excelente poesía pero no muy buena narrativa.


De tanto repetirlo esto se ha convertido en un lugar común, que no responde a la realidad. Es típico de los venezolanos no reconocer sus virtudes. Se dice que somos borrachos, parranderos, flojos y hasta malos amantes. Yo creo que hay muy buenos narradores en la actualidad, pero pareciera que no desean publicitarse, además de la poca producción literaria que se edita actualmente en el país.
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